Cuevas-silos semienterradas en la Terrera de la Cará
La Terrera de la Cará y la Cueva de la Muela

Conjunto complejo de cuevas silos medievales, hoy inaccesibles al haberse enterrado la que le servía de entrada. Uno de los escasos ejemplos de estas singulares cuevas. Mármol Carvajal dice que ante el ataque del Marqués de Mondéjar, los moriscos se refugiaron en cuevas artificiales excavadas en los acantilados “que tenían provistas de bastimentos para aquel efecto”. Según D. Joaquín Rincón, el origen de la terrera pudo deberse a una explotación aurífera romana, con infiltración de agua desde la superficie, para su posterior desmoronamiento, método conocido como Ruina Montis. Tienen un indudable interés etnológico, si aceptamos la teoría de que son cuevas silos para la conservación semioculta del grano, a fin de evitar el expolio. Una prospección arqueológica despejaría las dudas sobre su uso.

 

Datos Históricos

Desde Ugíjar se puede observar la Terrera de la Cará y sus cuevas artificiales, a apenas doscientos metros de la población. Se encuentran cinco aperturas pequeñas y tres grandes, con otras que han sido enterradas. Estas son conocidas como Cuevas-Silos medievales ya que fueron empleadas por los moriscos como lugar de defensa, escondrijo y abastecimiento en la Guerra de Las Alpujarras de 1568. Luis de Mármol Carvajal, cronista de la rebelión describe la entrada del Marqués de Mondéjar en Ugíjar, haciendo mención a estas cuevas.
(los moriscos) “no sintiéndose tampoco seguros en los campos, se habían hecho fuertes en cuevas que tenían prevenidas de bastimentos para aquel efecto, hechas las bocas y entradas entre roquedos y peñas tajadas tan altas, que no se podía subir a ellas sin largas escaleras”.
Las cuevas naturales o artificiales sirvieron de general refugio para poblaciones que habían abandonado sus viviendas y se encontraban acosadas y desesperadas según afirma Hurtado de Mendoza, como en Bérchules o en las cercanías de Jorairátar.
Allí los moriscos habían guardado abastecimientos para caso de necesidad, por lo que se estructurarían con anterioridad como silos. Todo parece indicar que el sistema se había generalizado ante la prevención de un choque armado. Estas construcciones eran muy numerosas en el río Andarax y en ellas se refugiaron, en repetidas ocasiones, los moriscos, tras ser perseguidos y derrotados en la mayoría de los altercados, como las citan en las cercanías de los pueblos alpujarreños de Ohanes o en Padules. Su inaccesibilidad les hacía eficaces para pequeños contingentes de la población y siendo difícil el reducir la población allí defendida no se las acostumbraba a atacar, a no ser que se entablara una encarnizada defensa o de ellas proveyera la agresión.
Los cristianos, al mando de Juan de Austria, les combatían con humo, bombas de fuego, artillería o escalas. De su eficacia da medida que el propio cronista reconozca los daños y dificultades que ocasionaba a los combatientes cristianos su conquista. Arruinados los castillos, casi setenta años antes, estas cuevas sirvieron como tímida y única fortificación para una población que combatía con golpes de mano y grandes movimientos sobre el terreno. Esta misma circunstancia hacía difícil la posibilidad de que estos conjuntos fueran obra del mismo levantamiento, y más bien parecer ampliaciones en los años inmediatos a estos sangrientos sucesos. A partir de la guerra de los moriscos, estas cuevas perdieron cualquier utilidad y hoy su historia se confunde con la leyenda popular.

Bibliografía

 – Hurtado de Mendoza, Diego (1842). Guerra de Granada, hecha por el rey D. Felipe II contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes. 1610. Barcelona: Imprenta de Juan Oliveres, editor.
– Mármol Carvajal, Luis (1997). Historia del rebelion y castigo de los moriscos del Reyno de Granada.([Ed. facs.]). 1600Granada: Delegación Provincial de Cultura.
– Rincón Carmona, Joaquín (1997). Ugíjar: su lugar en la historia. 
La Cueva de la Muela en la Terrera de la Cará de Ugíjar